Desbordes emocionales o Rabietas: 4 razones por las que tu hijo debe tenerlas

¿Tu hijo se enfada a menudo? ¿Te sientes agotada con sus rabietas o desbordes emocionales?

Si te encuentras frecuentemente en situaciones donde parece que cualquier cosa puede detonar un llanto, una rabieta o una explosión de frustración en tu hijo, no estás sola.

Estas experiencias pueden llegar a ser agotadoras y, a veces, desconcertantes.

Quizá te preguntes por qué, si estás tratando de comprenderlo y hacer lo mejor posible, parece que tu hijo se enfada por todo. Te entiendo profundamente, yo también he pasado por ello. Por este mismo motivo, hoy quiero explicarte 4 razones importantes por las que estos episodios, lejos de ser negativos, son una parte esencial y saludable del crecimiento emocional y cognitivo de tu hijo. Aunque puedan ser desafiantes y, a menudo, nos dejen preguntándonos si estamos haciendo algo mal, la realidad es que los desbordes emocionales son una etapa necesaria para el desarrollo entre los 2 y los 4 años.

Estos episodios, por incómodos que puedan parecer, son una señal de que tu hijo está aprendiendo a gestionar emociones intensas y a descubrir su identidad, lo que resulta clave para su futuro bienestar emocional.

Es importante recordar que, en estos primeros años de vida, los niños aún no tienen las herramientas para expresar con palabras lo que sienten y mucho menos para regular su mundo emocional. La intensidad de sus emociones los desborda, y recurren a estos estallidos como una forma de expresar su malestar, su descontento o sus deseos. Aunque a veces se nos haga difícil comprenderlo, cada rabieta es una oportunidad para que el niño aprenda y desarrolle habilidades que le serán valiosas durante toda su vida.

Hoy vamos a explorar estas 4 razones que explican por qué los desbordes emocionales son, en realidad, una parte natural y beneficiosa de su desarrollo. Al comprender los motivos detrás de estas explosiones emocionales, podrás acompañarlo de una manera más comprensiva y encontrar herramientas que te ayuden a transitar estos momentos con mayor calma y paciencia.

Rabietas o desbordes emocionales

4 razones por las que los niños y niñas tienen rabietas y es saludable que las tengan

Aunque pienses que a tu hijo o hija le está ocurriendo algo tremendo cuando lo ves inmerso en una rabieta o desborde emocional, debes saber son algo totalmente normal, natural y esperable durante los primeros años de vida. El principal motivo por el que tu hijo, o el mío, debe tener rabietas es porque se trata de algo saludable que indica que :

1. Desarrollo cognitivo adecuado: El papel de los desbordes emocionales en el aprendizaje temprano

Entre los 2 y los 5 años, los niños atraviesan un periodo crítico en su desarrollo cognitivo y emocional. Durante este tiempo, su cerebro experimenta cambios rápidos, con nuevas conexiones que les permiten explorar y comprender su entorno, pero aún no tienen la madurez necesaria para regular por completo sus emociones. Aquí es donde entran en juego los desbordes emocionales, como las rabietas, que son una manifestación de esa inmadurez natural en el proceso de aprendizaje emocional.

¿Qué sucede en el cerebro del niño? En esta etapa, el cerebro de los niños está en pleno desarrollo y se encuentra dominado por el sistema límbico, la región del cerebro encargada de las emociones. La corteza prefrontal, que se encarga de funciones más complejas como el autocontrol y la planificación, aún no está completamente desarrollada, lo que limita su capacidad para regular las emociones de forma eficaz. Esto explica por qué los niños reaccionan de manera tan intensa ante situaciones que, para nosotros, pueden parecer insignificantes.

Los desbordes como expresión de aprendizaje Cada desborde emocional es, en cierto modo, una lección de vida para el niño. A través de estos momentos, los niños empiezan a experimentar la frustración y el control de impulsos de manera progresiva. Aunque todavía no pueden verbalizar lo que sienten, cada rabieta les ayuda a entender la relación entre sus emociones, sus acciones y las respuestas de los adultos a su alrededor.

Aprendizaje emocional: el papel de los padres y cuidadores Es fundamental que, como padres, comprendamos que estos episodios son parte del desarrollo y respondamos desde la calma. Al acompañarlos sin juzgar, les enseñamos, de manera indirecta, estrategias de regulación emocional que les serán de ayuda en el futuro. Este acompañamiento afectuoso durante los desbordes emocionales permite que el niño integre progresivamente el control de sus emociones y aprenda a expresar sus necesidades sin perder el control.

Consejo práctico: Una estrategia útil es narrar en voz alta lo que está sucediendo para ayudar al niño a conectar sus emociones con palabras, por ejemplo: «Veo que estás muy enfadado porque no puedes tener eso que quieres». Este proceso de poner palabras a sus emociones les ayuda a identificar y, eventualmente, gestionar mejor lo que sienten.

 

2. Construcción de su propia identidad: la importancia de la autonomía en los primeros años

Entre los 2 y los 4 años, los niños comienzan a formar su identidad separándose poco a poco de la figura de mamá y papá. En este proceso, su necesidad de autonomía y exploración se vuelve central, y los adultos somos testigos de sus primeros intentos por definirse como individuos. Esta fase, conocida también como la etapa de “autonomía frente a vergüenza y duda”, según el psicólogo Erik Erikson, es clave para que los niños desarrollen una autoestima sana y aprendan a confiar en sí mismos.

¿Por qué necesitan separarse de los padres? Durante esta etapa, los niños empiezan a percibirse como seres independientes y quieren tener control sobre su entorno, algo que se manifiesta en sus deseos de “hacerlo ellos mismos.” En este sentido, el afán de tomar decisiones y de probar cosas por su cuenta les ayuda a consolidar su autoconcepto y a descubrir de qué son capaces. Aunque esta separación es un paso natural y positivo, a menudo se traduce en conductas que los adultos podemos ver como «rebeldes», pero que son simplemente una expresión de su deseo de independencia.

La frustración y el “no” sistemático como defensa de su identidad En esta etapa, los niños usan el «no» como una manera de establecer su identidad y reafirmar su independencia. Al decir “no”, están poniendo límites y estableciendo una distancia entre sus deseos y los de los adultos, lo que les ayuda a diferenciarse y a afirmar sus propias preferencias. Aunque puede resultar agotador para los padres, esta actitud es una señal de que el niño está desarrollando una base sólida para su identidad.

El rol de los padres en la construcción de su identidad Para que los niños puedan explorar y crecer con seguridad, es importante que los adultos les demos cierto grado de libertad dentro de límites seguros. Esto significa permitirles tomar decisiones en pequeñas cosas (como elegir entre dos opciones de ropa o decidir a qué juego jugar), lo que refuerza su sentido de autonomía. Sin embargo, también debemos establecer límites claros y amorosos para que comprendan que la autonomía tiene sus límites y que pueden contar con el apoyo y la guía de los adultos cuando lo necesiten.

Consejo para padres: En vez de ver los “no” de tu hijo como una negativa personal, intenta interpretarlos como su manera de defender su identidad y de ejercitar su independencia. Al ofrecerle opciones en lugar de imponer decisiones (por ejemplo, “¿Prefieres el pijama azul o el verde?” en vez de “Ponte el pijama”), le das una sensación de control que puede reducir la resistencia y la frustración.

La importancia de validar sus emociones y su identidad Este proceso de afirmación de la identidad trae consigo frustraciones y desafíos, ya que los niños aún no tienen las herramientas para manejar sus emociones. Validar sus emociones y reconocer su derecho a decir «no» les ayuda a sentirse comprendidos y a confiar en sus propias percepciones. Este reconocimiento es un componente crucial para que crezcan con una autoestima sólida y un sentido de identidad positivo.

3. Descubrimiento de sus limitaciones: aprender a expresar lo que sienten

rabietas o desbordes emocionales

Entre los 2 y los 4 años, los niños están en una fase de desarrollo en la que todavía carecen de las habilidades lingüísticas y emocionales para expresar de forma adecuada lo que necesitan o lo que les molesta. Aunque ya pueden comprender más de lo que expresan, su vocabulario y capacidad de regulación emocional siguen siendo limitados, lo que hace que se frustren fácilmente cuando las cosas no salen como esperan o cuando no logran comunicar sus deseos.

La frustración ante sus limitaciones

Al no poder expresar con claridad lo que sienten o necesitan, los niños de esta edad a menudo se ven superados por sus emociones. La frustración, la impotencia y la confusión emergen de manera intensa porque no pueden decir, como lo haría un adulto, «me siento frustrado porque no puedo tener lo que quiero» o «me molesta no poder hacer esto solo.» En cambio, estos sentimientos se canalizan a través de gritos, llantos o, en ocasiones, comportamientos impulsivos como golpear o tirar objetos. Aunque a los adultos les parezcan desproporcionadas, estas reacciones son la única salida que los niños tienen en esta fase.

Desbordes emocionales como comunicación

Cada desborde emocional es, en el fondo, una forma de comunicación en la que el niño intenta transmitir su incomodidad, su descontento o sus deseos insatisfechos. No pueden explicar, por ejemplo, que están agotados después de un largo día o que se sienten inseguros en una situación determinada, pero sus reacciones nos muestran esas emociones internas. En este sentido, los desbordes emocionales no son «caprichos» sino su manera de expresar sus limitaciones y de pedir ayuda en un lenguaje que aún no han desarrollado.

El papel de los padres: enseñar a identificar y verbalizar emociones

Para ayudar a los niños a gestionar estos momentos, los padres podemos desempeñar un rol fundamental enseñándoles, poco a poco, a poner palabras a sus emociones. Al narrar lo que vemos («parece que estás muy molesto porque no puedes alcanzar eso») o al ofrecerles opciones para expresar sus deseos, les mostramos que existen alternativas a los desbordes emocionales y que pueden aprender a gestionar sus frustraciones. Este acompañamiento es clave para que, con el tiempo, desarrollen un repertorio emocional que les permita identificar y verbalizar lo que sienten.

Consejo para padres: Cuando observes a tu hijo en un desborde emocional, intenta responder con empatía en lugar de corregir o exigir que se calme inmediatamente. Un buen primer paso es agacharse a su altura y decir algo como: “Entiendo que te sientas así; es frustrante cuando no podemos hacer lo que queremos.” Esto no solo calma al niño, sino que también le ofrece el ejemplo de que está bien expresar emociones intensas y que existen maneras de hacerlo sin perder el control.

Un proceso gradual y natural
Es importante recordar que el desarrollo de estas habilidades es gradual y requiere tiempo y paciencia. La capacidad de poner palabras a sus emociones, tolerar la frustración y encontrar soluciones a problemas pequeños se irá consolidando progresivamente a medida que el niño crece. Estos desbordes emocionales irán disminuyendo a medida que el niño madura, y los padres podemos fomentar su autonomía emocional al validar lo que sienten y ofrecerles herramientas para enfrentar estos desafíos.

4. Expresión de emociones: construir un vocabulario emocional desde la infancia

Las explosiones emocionales en los niños pequeños son mucho más que simples reacciones impulsivas. Son su manera de manifestar lo que sienten cuando experimentan desagrado, frustración o incomodidad. En estas edades, los niños aún no han desarrollado las herramientas necesarias para expresar sus emociones de manera adecuada, y su forma de comunicar lo que sienten es a menudo intensa y física. Este proceso de aprendizaje es fundamental, ya que desarrollar la capacidad de reconocer y verbalizar emociones les permitirá entenderse a sí mismos y relacionarse de manera más saludable con los demás en el futuro.

El papel de los padres en la construcción del vocabulario emocional
En esta etapa, los niños necesitan que los adultos les proporcionen las palabras y los ejemplos que les permitan identificar y expresar sus emociones. Como padres, nuestra labor es acompañarlos en este proceso, ayudándolos a «poner nombre» a lo que sienten. Por ejemplo, ante una explosión emocional, podemos decir algo como: «Entiendo que te sientas frustrado porque no puedes hacer eso ahora» o «Sé que estás enfadado porque no tienes lo que querías en este momento.» Al hacer esto, les estamos ofreciendo un vocabulario emocional que les permitirá reconocer y expresar sus emociones de forma constructiva en el futuro.

El poder del “No” y la importancia de la autodefensa emocional
A menudo, cuando un niño de 2, 4 o 6 años parece desobediente, testarudo o protesta ante algo que le pedimos, en realidad está defendiendo su independencia y aprendiendo a decir «no». Aunque pueda ser difícil para los adultos, esta actitud es una manifestación saludable de su capacidad de poner límites y de hacerse valer. Aprender a decir «no» y a defender sus propios intereses es una habilidad que, bien guiada, los fortalecerá emocionalmente y les permitirá desarrollar una autoestima sólida.

Consejo para padres: Cuando un niño se muestra testarudo, en lugar de verlo como un desafío, intenta interpretarlo como una afirmación de su identidad. Si respondemos con comprensión y les damos opciones para tomar decisiones (aunque sean sencillas), les enseñamos que sus emociones y opiniones tienen valor.

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Acompañamiento sin juicio: la clave del desarrollo emocional
Una de las claves para ayudar a los niños en este aprendizaje es acompañarlos sin juzgar sus emociones. En lugar de decirles que no deberían sentirse de cierta manera o de intentar calmar sus emociones de inmediato, validarlas es fundamental. Phrases como “Es normal sentirse así a veces” o “Entiendo que estás molesto” les transmiten que todas las emociones son válidas y les permiten explorar sus sentimientos sin sentir que están haciendo algo «mal». Esto, a su vez, fortalece su confianza para expresar emociones de manera segura.

Fomentando la empatía y la regulación emocional a través del ejemplo
El modelado de la expresión emocional por parte de los padres juega un papel crucial. Cuando los niños observan a los adultos expresar sus propias emociones de manera calmada y honesta, aprenden que es posible sentirse frustrado o enojado sin perder el control. Podemos, por ejemplo, expresar en voz alta: «Hoy me siento un poco cansada y necesito un momento de descanso». Esto les demuestra que las emociones son naturales y que existen formas de manejarlas sin recurrir a desbordes emocionales.

La construcción de un repertorio emocional para el futuro
A medida que los niños crecen, este acompañamiento temprano en el reconocimiento y la verbalización de sus emociones les ayuda a construir un repertorio emocional y lingüístico que será esencial en su vida adulta. Los niños que aprenden a expresar y regular sus emociones con apoyo suelen convertirse en personas más resilientes y empáticas, ya que han sido guiados en el proceso de entender y comunicar sus necesidades sin miedo ni vergüenza.

 

¿Cuándo desaparecerán estos episodios?

Las rabietas o desbordes emocionales irán desapareciendo a medida que tu hijo aprenda a tolerar mejor la frustración y a expresar lo que siente de manera verbal. Esto ocurre gradualmente, especialmente si comprueban que estos desbordes emocionales no tienen el efecto esperado en sus padres.

¿Tu hijo tiene rabietas? ¿Estás cansada de ellas? ¿No entiendes por qué se enfada por todo? Te entiendo, pero además hoy te voy a explicar 4 razones por las que tu hijo debe tener rabietas. Y no, no me he vuelto loca. Debes saber que es bueno que los niños de entre 2 y 4 años tengan rabietas, porque nos gusten o no,  éstas forman parte de su correcto desarrollo emocional y cognitivo. Las rabietas se producen en cualquier momento y lugar

Libros infantiles recomendados para gestionar los desbordes emocionales

Aquí te comparto algunos libros ilustrados que pueden ayudarte a abordar estos temas con tus hijos y a entender mejor cómo expresar sus emociones:

Puedes leer más sobre cada uno de estos libros en mis reseñas, donde explico cómo abordar los desbordes emocionales a través de cuentos.

 


¿Quieres profundizar más?

Si te interesa entender mejor los desbordes emocionales de tus hijos, te invito a mi próximo webinar en Familias ConCiencia. Profundizaremos en cómo gestionar estos momentos desde la empatía y la comprensión, proporcionando herramientas prácticas para el día a día. ¡Inscríbete aquí!


Foto de portada: cortesía de Flickr.

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Sara Tarrés

Psicóloga colegiada (COPC 15709) y madre de dos, es autora de Mis emociones al descubierto y Mi hijo me cae mal. Dirige el blog Mamá Psicóloga Infantil y la plataforma Familias ConCiencia, donde apoya a las familias en un acompañamiento cercano y auténtico en la educación de sus hijos.

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sobre mi

Sara Tarrés - Mamá Psicóloga Infantil

Soy madre de dos adolescentes y psicóloga infantil colegiada (nº 15709), directora del blog Mamá Psicóloga Infantil desde 2012. En él, comparto consejos prácticos y científicos sobre crianza y desarrollo emocional. Cofundadora de Familias ConCiencia, autora de libros enfocados en la dinámica familiar y colaboradora regular en Ràdio Estel, dedico mi tiempo libre al senderismo y fitness, buscando equilibrio personal y bienestar emocional.

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