Hace solo unos días publiqué «Los gritos y las bofetadas. Razones para evitarlos«. Tras su publicación hubo un comentario que me hizo reflexionar y que ha motivado este artículo.
El comentario fué el siguiente y lo copio tal cual fue escrito, sin variar ni una coma.
«El azote es la última medida, solo hay que recurir a el cuando no hay mas remedio. ¿cuantas veces habeis tenido que contar hasta 3? ¿cuantas veces teneis que repetir las cosas?, que a caso no saben lo que deben y no deben hacer, pues parece que no, debemos repetirles constantemente que recojan, que se sienten bien, que no griten. ¿quizas tengan memoria de pez?. No lo lo creo, lo que pasa es que tienen mas interes por otras cosas antes que hacer lo que deben que es mas aburrido. Es un juego, «mis padres me lo dicen una vez, lo dicen en serio, pero aun me queda tiempo, hasta la tercera como mínimo, incluso puedo estirar mas, que ahora estoy jugando…».
Decimos, repetimos, negociamos, acordamos, convencemos, un desgaste para los padres, fisico y mental, aquellos que esten dispuestos a hacerlo, tengan tiempo y ganas adelante, pero respetemos la opción del resto.Antes del azote el niño tiene que haber tenido oportunidades para reconducir su conducta, sabe a lo que expone, sabe lo que vendrá a continuación, pero sus ganas de jugar pueden mas y finalmente recibe el azote.
Algunos padres son maltratados por sus hijos, cada vez mas hijos son indisciplinados e irrespetuosos. Los profesores no paran de insistir en ello. ¿debemos dejar que los niños tengan la capacidad de actuar como les convenga?»
Tras leer varias veces el comentario voy a ir deconstruyéndolo para construir este nuevo post sobre cómo aprenden los niños.
1. «El azote es la última medida, solo hay que recurir a el cuando no hay mas remedio.»
En principio puedo estar de acuerdo en que el azote debería ser el último recurso y deberíamos acudir a él sólo cuando no haya más remedio.
Dicho estro, matizo, ya que eso del azote de vez en cuando es difícil de controlar y una vez emprendido el camino … la mano se afloja y puede convertirse en un hábito.
Azotar, tirar de las orejas, … sienta un mal precedente en las relaciones con nuestros hijos. Recordemos también que son unos espléndidos imitadores, ¿qué les diremos cuando peguen a su hermano o a un amigo? ¿Qué ellos no deben pegar pero nosotros sí? ¿Qué les diremos cuando nos respondan a voces? ¿Qué nosotros podemos gritar y ellos no? …
Avergonzar, ridiculizar y culpabilizar son tres potentes armas que debemos a toda costa evitar ya que pueden dejar una huella muy profunda en nuestros hijos.
2. «¿cuantas veces habeis tenido que contar hasta 3? ¿cuantas veces teneis que repetir las cosas?, que a caso no saben lo que deben y no deben hacer, pues parece que no, debemos repetirles constantemente que recojan, que se sienten bien, que no griten.
Los niños pequeños no saben lo que está bien y lo que está mal. Se lo debemos enseñar los adultos, sus padres. Nosotros somos los responsables de transmitir nuestro sistema de valores y las normas que rigen el comportamiento aceptable o no.
Los niños pequeños tienen una noción muy difuminada, muy poco clara de lo que está bien y lo que no, tienen además muy poco autocontrol de su conducta, por ese motivo tienen tantas rabietas cuando se sienten frustrados.
Muchas veces insisten en el mismo mal comportamiento para ver si nuestra prohibición es consistente y digna de tener en cuenta en unn futuro, están aprendiendo por tanteo. Por eso debemos repetir, una y mil veces lo mismo. Están aprendiendo, no podemos dar por sentado que ya saben lo que deben hacer porqué no lo saben realmente.
3. «¿quizas tengan memoria de pez?»
La memoria de los niños de 3 a 5 años, a los que estamos educando, es todavía muy frágil y su conducta está muy dirigída por los impulsos.
Se dejan llevar por la pasión del momento y se olvidan de hacer las cosas que están bien si nosotros no estamos pendientes. Cuando les pillamos infraganti no pensemos que la cara que ponen es la prueba de su culpabilidad. NO, es porqué acaban de recordar que aquello no estaba bien.
4. «Decimos, repetimos, negociamos, acordamos, convencemos, un desgaste para los padres, fisico y mental, aquellos que esten dispuestos a hacerlo, tengan tiempo y ganas adelante, pero respetemos la opción del resto».
La construcción del autocontrol y de la conciencia de lo bueno y lo mal es un largo proceso que requiere de nosotros ,los padres, paciencia, tiempo, dedicación, perseverancia y mucho amor. Las faltas son muy frecuentes en esta edad y … ahí debemos estar los padres, indicándoles una y mil veces lo que deben o no hacer.
Debemos ser tolerantes con sus fracasos.
Rápidos y generosos para elogiar sus avances al tiempo que van asumiendo el sistema de valores que les estamos mostrando y los que regirán su conducta posterior.
Incluso cuando nos ponen a prueba infringiendo una y otra vez las normas lo que nos están pidiendo es que les mostremos lo que está bien y lo que está mal. No lo hacen para fastidiarnos o porqué son solo unos caprichosos, o porqué juegan con nosotros.
Debemos tener en cuenta sus dificultades de razonamiento, de comprensión y autocontrol, y seguir ejerciendo nuestra función como padres: educar y guiar.
5. «Algunos padres son maltratados por sus hijos, cada vez mas hijos son indisciplinados e irrespetuosos. Los profesores no paran de insistir en ello. ¿debemos dejar que los niños tengan la capacidad de actuar como les convenga?»
El que aún no tengan las cosas claras sobre lo que está bien y lo que está mal, lo que deben o no deben hacer no significa que debamos consentirles todo y renunciar a enseñarles las normas y valores ya desde bien pequeños. Y la mejor forma de hacerlo es mediante nuestro ejemplo.
Normas y prohibiciones han de ir siempre acompañadas de una explicación. Cuando digamos «NO» hemos de mostrarnos firmes y seguros de lo que hacemos.
Consistencia y perseverancia es lo que los niños necesitan de nosotros para ir aprendiendo y construyendo su propia conciencia moral. Un niño que ha tenido unos buenos guías desde el principio, que ha construido su identidad en el respeto hacia sí mismo y hacia los demás tendrá menos probabilidades de mostrarse indisciplinado e irrespetuoso, y mucho menos se convertirá en un futuro maltratador de sus padres.
Ayudemos a nuestros hijos a desarrollar una buena autoestima mendiante el elogio de su buen comportamiento sin olvidar reprender sus conductas inadecuadas, hagamos que se sientan orgullosos de sí mismos, no nos enfademos largamente con ellos ni les hagamos sentir que ya no les queremos.
No se trata de que dejemos que los niños hagan lo que les convenga, para enseñarles la conducta adecuada no es necesario pegar ni gritar. Se trata de tener interés en conocer cómo son realmente los niños de esta edad y tener otro tipo de recursos y estrategias.
Antaño, nuestros padres o abuelos no disponían de toda la información de la que disponemos actualmente. Aprovechemos la oportunidad que tenemos y dejemos de ejercer la violencia verbal y física contra nuestros hijos, contra unos seres indefensos.
Gracias a Josefina Aldecoa y su libro «La educación de nuestros hijos.De 0 a 14 años» con el que aprendo día a día y con cada relectura.
3 Comentarios
Acabo de descubrir este blog, y en primer lugar decir que estoy encantada leyendo los temas. Este en concreto me interesa porque estoy en esa fase y nunca se cuando les estoy transmitiendo bien las cosas y cuando no. Los gritos se escapan con facilidad, si bien es verdad que el mas mayor ahora comienza a entender algunas cosas, algunos días.
Considero que la firmeza y la paciencia son fundamentales, pero muchas veces después de enfadarme, porque he llegado a mi limite recapacito, y si les hubiera dado mas tiempo para entender y metabolizar los hechos? Considero que muchas veces pedímos a los niños que hagan cosas en tiempo récord sin dejarles sus tiempos.
Vivimos con prisas y la educación necesita tiempo.
Apreciado Laulillo, agradezco tu tu tiempo y tus comentarios, que como todos aportan y enriquecen mucho al blog. las experiencias compartidas nos ayudan a crecer a todos día a día.
Estoy de acuerdo contigo en que debemos marcar los límites a nuestros hijos, y que obviamente los límites se los enseñamos nosotros, sus padres.
En cuanto a la tarea de enseñarles cómo deben hacer las cosas y a obedecer, sí, también estoy de acuerdo en que no es fácil pero sí es posible sin gritar ni pegar. ¿no recogen los juguetes a la primera, segunda o tercera? Enséñales que si eres tu quien los recoje, tu lo harás a tu manera: guárdalos en el trastero durante una semana. ¿Reinciden? Haz que te acompañen a un lugar dónde recojan juguetes para niños pobres, él no los sabe cuidar pero seguro que habrá otros niños que sí. Prueba con esta técnica, eso sí explícales las normas primero.
En cuanto al último punto que escribes, no pedo estar para nada de acuerdo. El fin no justifica los medios.
Recibe un cordial saludo y espero volver a verte en el blog.
Me permito volver a intervenir, yo fui el autor del comentario que citas. Antes de nada, un comentario global con mi experiencia como padre de una feliz familia numerosa: los niños son comos los gases nobles, se expanden hasta ocupar todo el espacio disponible. Los límites los marcamos los padres y ellos estan siempre en la frontera para verificar cual es de verdad su espacio. ¿En base a que se establecen estos límites?, yo creo que como en los adultos se basa en el sacrificio-recompensa. ¿que está dispuesto a sacrificar? ¿que se esta jugando?. Aquí podriamos hacer una lista de los intereses de los niños por los que podrian estar dispuestos a actuar de una determinada manera, incluso hasta hacernos caso a la primera. Desde luego el desobedecer el primer aviso para recoger cuando saben que después vienen 2 o 3 avisos mas, pues se convierte en una rutina sin ningun efecto. Por supuesto el explicale y argumentarle por enésima vez el porqué tiene que recoger, tampoco tiene mucho efecto, le puede mas el seguir jugando. ¿El enfado de los pades? parece que tampoco tenga mucho peso. Un dia sin dibujos, sin parque, sin cuento… Realmente los padres no tenemos muchos medios para conseguir el «sacrificio» de recoger los juguetes por la obtención de la recompensa.
De cualquier modo la tendencia del niño es a ocupar todo el espacio y a atraer la maxima atencion de los padres, les decimos 10 veces que tienen que comer solos, pero acabamos dandoles con la cuchara. Algún padre seguro que está mas de una hora para que se acaben el plato. El niño ha ido presionando hasta llevar su espacio hasta el límite.
Bien como padre me propongo que no haga falta contar hasta 3, que cuando digamos una cosa se nos escuche y se obedezca. Cada dia hay que recoger los juguetes, lo saben perfectamente, si no lo hacen es porque les recompensa mas el no hacerlo y seguir jugando.
Para los padres es una tarea árdua y casi siempre nada agradable, enfados, gritos, cachetes… pero el objetivo merece la pena.