¿Cómo ayudo a mis hijos a no pelearse? ¿Qué debo hacer para que no estén todo el día chincha que que chincha? Sí, ésta vuelve a ser otra pregunta del millón. ¿Te las has formulado alguna vez? O quizás la que te ronda día sí día también es «¿qué les pasa a estos dos para que cada día estén batallando por todo?» Pues bien, la respuesta es que no les pasa nada anormal. Otra cosa es que la sangre llegue al río y que en lugar de trifulcas por un juguete o por qué ver en la tele sean batallas campales con tirones de pelo, mordiscos y otras conductas de este calibre.Esto es ya otro tema del que hablar.
Hoy hablamos de ...
Toggle¿Cómo ayudo a mis hijos a no pelearse? ¿Qué tengo que hacer para que no peleen tanto?
Hay que enseñar con ejemplos el valor de compartir, de negociar, de conceder, de ponerse en el lugar del otro. Y esto se hace desde el seno familiar, con pequeñas cosas del día a día.
Para ayudarles a entender a los demás y así a no pelearse por todo y en todo momento los padres debemos elogiarles siempre que tengan detalles de amabilidad, generosidad y ayuda. De este modo van siendo conscientes que a los demás les gustan este tipo de comportamientos y que es más fácil vivir así que peleando por todo. Los padres debemos practicar este tipo de comportamiento y ser modelos a seguir.
El ambiente familiar influye muchísimo en el aprendizaje de saber compartir y negociar. Unos niños que viven en un ambiente donde favorecemos la amabilidad y la flexibilidad, el dar y recibir, el respeto por los demás, el amor incondicional, la comprensión y el diálogo, y valoramos la cooperación por encima de la competitividad tendrán más fácil aprender a no pelear por todo.
En ocasiones también habrá que ayudarles a encontrar soluciones a sus conflictos y mostrarles nuestra comprensión con los sentimientos que surgen cuando se enfadan el uno con el otro.
Muchas veces somos los mismos padres quienes fomentamos las riñas y las peleas. Un ambiente familiar de ordeno y mando, donde se fomenta la competitividad, a ver quien acaba primero de comer o de vestirse, a ver quién hace mejor esto u aquello es un perfecto caldo de cultivo para que las riñas entre hermanos sean cada día más frecuentes y ellos no dejen de competir y rivalizar por todo. Evitemos este tipo de educación que no lleva a nada más que a construir seres humanos centrados en sí mismos y en sus propias necesidades sin tener en cuenta a los demás.
Recodemos, en cambio, el valor de elogiar a nuestros pequeños cuando comparten, cuando se ayudan, cuando tienen comportamientos amables con los demás y en especial con sus hermanos. Para los niños las pistas verbales de este tipo «Muy bien, habéis estado jugando muy bien los dos juntos compartiendo la plastelina», por ejemplo. Este tipo de pistas ayudan a nuestros hijos a ver las ventajas de ser amables y cooperativos y les hace sentir orgullosos y socialmente competentes.
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