Anteriormente, un experimento realizado por Acción contra el hambre al que llamaron «Comparte» puso de manifiesto que los niños son más generosos de lo que creíamos y menos egoistas de lo que pensabamos. Este estudio o más bien campaña de concienciación lanzada con motivo del Día Mundial de la Alimentación, pretendía concienciar a la población sobre el problema del hambre y más concretamente de la desnutrición aguda infantil, una enfermedad que cada año mata a 3,5 millones de niños. Para ello se realizó un experimento en el que varios niños (de entre 4 y 6 años) fueron grabados de dos en dos a la hora de la comida. A uno de ellos se le dio de comer. Al otro no.
¿Cómo reaccionaron? ¿Compartieron su comida, o el que no tenía nada para comer se resignó a ver cómo el otro niño degustaba su plato? Podéis visualizar la campaña en Youtube y ver los resultados.
En esta ocasión se ha analizado la generosidad de 326 niños y niñas de entre 3 y 14 años de 6 sociedades diferentes. Se ofreció a los niños dos piezas de comida, dos caramelos o dos patatas fritas, cuando estaban sentados al lado de un amigo o familiar que no tenía comida. Las opciones eran claras, podían compartirlo o comerlo todo ellos. Los resultados publicados en la revista PNAS, la mayoría de niños de 3 años repartió la comida, pero de los 3 a los 7 años las cosas cambian y cada vez fueron más los que se quedaban la comida para ellos.
Los resultados fueron similares para las 6 sociedades estudiadas (cazadores-recolectores, horticultores, pastores y comunidades urbanas de África, Oceanía, Sudamérica y Estados Unidos).
¿Qué significa el resultado de este estudio?
«Los niños son generosos por naturaleza en sus primeros años de vida, se vuelven más egoistas hasta alrededor de los 7 años y después aprenden a ser generosos de nuevo de acuerdo con las normas sociales de su comunidad».